Una vez llegados a la casa, cada uno tenemos asignados nuestros cuartos que compartimos con otras personas, a continuación lo peor... con el cansancio que traes, tienes que bajar todos los trajes y demas enseres de la carreta (particularmente esto lo detesto) hay que organizar el cuarto y pedir turno para las duchas, pues aunque hay bastantes, todos queremos ducharnos despues del camino...una buena ducha, un picoteo y cada uno a su litera a dormir según le permite su cansancio.
A día siguiente por la mañana que bien sienta un buen café con una tostada de aceite.
La vida en la Aldea es completamente distinta a lo vivido en el camino, son otras emociones, pero no por eso está exenta de buenas vivencias.
Ver a Nuestra Blanca Paloma, darle gracias y encenderle unas velas es prioritario.
Es viernes, dia en el que hacen su entrada todas las hermandes, excepto Triana, que lo hace el sábado por la mañana, soliamos ir al bar La Blanca Paloma,(ya desaparecido) para tomar un rebujito fresquito y unas gambitas blancas de Huelva, despues de tiendas para renovar algo del vestuario, alguna flor ó peinetas, es una mañana vacia.
Por la tarde nos acercamos a la Hermandad de Huelva a esperar la llegada del simpecado, sus muchos peregrinos a pie y sus muchos a caballo hacen una entrada !ESPECTACULAR! la caballeria forma un pasillo ancho, por donde va entrando el simpecao y detras sus romeros a pie, el júbilo se palpa en el ambiente, se oyen palmas, vivas, guapa, guapa y guapa, cantes, el compas del tambor y la flauta, el simpecao parace que flota como si lo llevaran en volandas, respiras una emoción intensa, saludos, lágrimas de alegria por haber llegado, todos nos contagiamos de ese momento, suena las campanas de la hermandad, se reza La Salve... el que puede.
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