jueves, 18 de junio de 2009

MI BAUTIZO EN EL RIO QUEMA


Al alba nos despierta el pitero con alguna rociera levantamos la acampada, preparamos para la Santa Misa, después desayunamos y empezamos el camino, empiezan los pies a cansarse, los botos pesas, las ampollas hacen su aparición, el camino es duro, muy duro, pero hay que andar si queremos llegar. Durante el camino nos vamos juntando con otras hermandades, son momentos llenos de emoción, los de una hermandad cantan al otro simpecado, se van alternando las sevillanas, cantadas con mucho sentimiento, con la voz rota, se respira un sentimiento de fe, de amor a la Señora. Estas paradas te animan un poco y te dan fuerza para seguir, hay que llegar al vado del Río Quema.

“La caravana avanza ¡que calor! Por caminos y veredas, así canta una sevillana, avanzamos, cerca de la 13 horas tenemos la entrada en el quema, cuando llegamos tenemos que esperar, la hermandad anterior, todavía no ha salido, hacemos la presentación a la Junta de Gobierno, y obtenemos el permiso para cruzar el río.

Es mi primer camino en hermandad y voy a ser “bautizada en sus aguas, me invade la emoción, este bautizo es muy esperado y deseado por todo rociero.

Primero pasa la caballería, se para en el vado refrescándose en sus aguas verde oscuro, le sigue el “simpecado” y detrás los peregrinos, nos paramos todos en su vado , sus orillas están llenas de gente que van a ver de cruzar las hermandades, se hacen los “bautizos” echándote sobre la cabeza agua del río y poniéndote un nombre rociero, después cantamos y rezamos la salve, participando los allí congregados, salimos del río lleno de piedras, se hace intransitable, pero lo cruzamos con mucha emoción, los sentimientos flotan en el aire, (fuimos bautizadas todo el grupo).

Ese año a la salida del Vado nos esperaba la hermandad de Valencia, con la que manteníamos mucha amistad, que cúmulo de sensaciones, llenaron nuestro simpecado de pétalos de rosa, mientras entonaban La Salve, no la pude rezar, las lágrimas corrían por mis mejillas sin poderlas detener, no entiendo lo que me pasa, nunca he experimentado esta sensación, yo no soy devota de nada, pienso que estoy un poco susceptible, por circunstancias acaecidas en mi vida, pero a lo largo del camino, no fue la única vez que las lágrimas asomaron por mis ojos. Después los valencianos compartieron y degustaron con nosotros unos rebujitos y gambitas, felicitándonos ambos y deseándonos un buen camino, nos despedimos hasta el próximo año.

Continuamos camino hasta la siguiente pará, VILLAMANRIQUE.



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